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lunes, 20 de noviembre de 2017

Episode IV: A New Hope.
Luke Skywalker es un joven con ansias de aventura que vive con sus tíos en una pequeña granja del desierto de Tatooine. Tras comprar dos androides, descubrirá en uno de ellos un misterioso mensaje que le conducirá a Obi Wan Kenobi, un antiguo caballero Jedi. Juntos emprenderán un peligroso viaje con el objetivo de salvar a la galaxia.
A estas alturas no creo que se pueda decir nada de esta película que no se haya dicho ya. Se han escrito montañas de artículos y libros, por no hablar de la ingente cantidad de documentales y programas televisivos que han abordado la iconografía de esta saga. Tanto es así, tal es su influencia en el imaginario colectivo, que se hace tremendamente difícil hablar de ella como si de una simple película se tratara, así que no vamos a hacerlo.
Lo mejor será recordar por qué ‘Star Wars’ supuso un antes y un después en la historia del cine, marcando un punto de inflexión del mismo modo que lo hicieran otras grandes películas. Y la respuesta es la excelente combinación entre aventuras, acción, música y por supuesto unos revolucionarios efectos visuales. Sólo de este modo pudo darse el salto a un nuevo tipo de cine caracterizado por los grandes presupuestos y unos efectos visuales que cautivaban al público.
George Lucas es un excelente creador de mundos. Supongo que eso explica que esta película consiguiera trascender la gran pantalla a pesar de tener una historia tremendamente simple, porque la magia y el cariño que impregnan cada uno de sus fotogramas son lo que nos ha mantenido unidos a ella a pesar del paso de los años. La puesta en escena y el prodigioso diseño de producción, unido a una banda sonora que por si sola es media película, consiguió que los personajes y el maravilloso universo creado por Lucas alcanzaran una dimensión que, por aquellos años, nadie se podía ni imaginar. No es de extrañar que Industrial Light & Magic Co. haya seguido marcando la excelencia durante casi cuatro décadas y que John Williams se haya convertido probablemente en el más grande compositor de bandas sonoras.
La saga empieza con el Episodio IV en lugar de hacerlo con el primero. Pero en realidad hay poco misterio aquí, la numeración de episodios no se utilizó hasta que llegó a las pantallas ‘El imperio contraataca’ y además Lucas apenas había esbozado la trama de los tres primeros episodios. Pero a lo que iba, la historia es sencilla pero los personajes están muy bien construidos, de hecho se equilibran tan bien que son un reparto coral excelente. Por un lado el joven y ansioso Luke Skywalker interpretado por Mark Hamill, y por el otro un misterioso Obi Wan Kenobi que corre a cargo del siempre magistral Alec Guiness. La nota de humor la ponen dos androides que no necesitan presentación (RD-D2 y C3PO) y el apartado romántico llega de la mano de la princesa Leia, la malograda (en su posterior carrera) Carrie Fisher. Para completar el grupo tenemos a un joven Harrison Ford dando vida a un cazarecomensas muy pagado de sí mismo: Han Solo.

 
En el lado de los villanos tenemos al implacable Darth Vader (curiosamente estaba interpretado por David Prowse pero su voz se sustituyó por la de James Earl Jones) y a un comandante despiadado a quien da vida el inolvidable Peter Cushing. En realidad la trama se mueve por las mismas aguas que la mayoría de historias clásicas, buscando el encuentro entre el bien y el mal. Y es en este sempiterno enfrentamiento entre la luz y la oscuridad, entre la esperanza y la resignación, que la película halla sus mejores momentos. Gracias a escenas y secuencias muy logradas, como la del triturador de basuras, el encuentro en el bar con Han Solo o el asalto a la Estrella de la Muerte, se consigue un equilibrio constante entre thriller y aventura que atrapa al espectador.
Obviamente hay aspectos que con el paso de los años han pasado factura a la película, veamos algunos de ellos en esta crítica de Star Wars. Episodio IV: Una nueva esperanza: por ejemplo los poco ágiles movimientos de un Sith tan poderoso como se supone que es Darth Vader, algunos de los tiroteos espaciales que se nos antojan un poco descuidados o el hecho de que se pase de puntillas por un concepto tan desaprovechado como es “la Fuerza”. Pero en general es fascinante lo bien que se conservan los efectos visuales, siempre he creído que la clave fue utilizar detalladas miniaturas en lugar de imágenes digitales. Baste como ejemplo la primera escena de la película, con ese fondo estrellado por donde aparece repentinamente la proa de un destructor estelar, toda una declaración de intenciones por parte de Lucas y su equipo.
Pero como decía al principio, la extraordinaria música salida de la mente de John Williams es media película. Y no sólo los distintos temas que van desfilando por la pantalla, sino el modo en que son introducidos. Si esta película no hubiera contado con el genio de Williams, jamás habría alcanzado el estatus del que goza. Por encima de los personajes, de la historia y del trabajo técnico hay una serie de melodías inolvidables que, al fin y al cabo, son lo que más persiste en nuestra memoria cuando recordamos “Star Wars”.

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