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miércoles, 22 de noviembre de 2017

Star Wars: Rogue One. A Star Wars Story.


Rogue One: una historia de Star Wars (Rogue One: A Star Wars Story) llegó a los cines el 15 de diciembre de 2016. Las comparaciones son odiosas, pero, evidentemente debido a su proximidad con el lanzamiento de Star Wars Episodio VII: el despertar de la Fuerza la mayoría de vosotros os preguntaréis si es, en conjunto, superior o inferior a la película de Abrams.



Mi visión personal respecto a esta cuestión es que el Episodio VII le gustará más al público general porque así fue concebida mientras que el público más warsie se encontrará mucho más cómodo con Rogue One. Me explico: es una película muy diferente a todo lo que hemos visto hasta ahora si bien se muestra muy respetuosa respecto a la trilogía original recogiendo su esencia de forma muy coherente. Me refiero a la inserción de efectos especiales, a la acción, la concepción de la puesta en escena, los personajes que pueblan la cinta y el tono general, que, eso sí, ha perdido esa inocencia por completo.
Se trata de un episodio puntual, autoconclusivo, con un arco muy definido y quizás demasiado inflado pero que no deja de ser una gozada como experiencia audiovisual. Aquí os doy más pistas antes de entrar en la crítica de lleno:

¿De qué trata Rogue One?

Como decíamos, para situarnos cronológicamente en Rogue One: una historia de Star Wars estamos entre el Episodio III y el IV de la saga Star Wars. El Imperio Galáctico ha terminado de construir el arma más poderosa de todas, la Estrella de la Muerte, pero un grupo de rebeldes decide realizar una misión de muy alto riesgo: apropiarse de los planos de dicha estación antes de que entre en operaciones, mientras se enfrentan también al poderoso Lord Sith conocido como Darth Vader, discípulo del despiadado Emperador Palpatine y sus secuaces Moff Tarkin y Orson Krennic.
Nuestra protagonista femenina, Jyn Erso (Felicity Jones) no es en esta ocasión tan protagonista como Rey, con la que guarda grandes similitudes, en el Episodio VII si bien es la catalizadora de la hazaña de la Alianza Rebelde. 

La guerra no es un juego

El tono de Rogue One: una historia de Star Wars es decididamente más oscuro y adulto que el de cualquiera de las películas precedentes. Nuestros héroes, un numeroso grupo de valientes, tienen una faceta bastante cuestionable, en especial el personaje de Cassian con el que es más difícil empatizar.
Creo que el mayor valor de esta cinta es de no mostrar la guerra como algo infantil ni a sus bandos como simples "buenos" y "malos". Está claro que Darth Vader es la encarnación del mal en estado puro y uno de los más sólidos villanos de la Historia del Cine; pero aquí los buenos tienen sus particularidades también puesto que todos han cometido acciones indeseables en pro de la causa. Jyn Erso personifica ese desencanto hacia las banderas que se enarbolan y es la esencia pura de la rebeldía, encabezando una fuerza rebelde dentro de la fuerza rebelde, guiada solo por la esperanza.

¿Qué se echa el falta?

El androide K-2SO es quizás el primero en llegar a la saga que es del todo irreverente y mantiene un pique simpático con Jyn Erso, siendo el único subterfugio para que el sentido del humor se cuele en la película. El espactáculo es de primera categoría pero apenas nos deja respirar en ese sentido.
Siendo rupturista en algunos aspectos, y no me refiero solo al hecho de que no cuente con los créditos iniciales de los episodios ordinarios en los que se resume el punto de partida de la película, también se echa en falta un montaje más definido en ocasiones. Se recalcan algunas ideas en exceso y hay personajes clavados a otros que ya conocíamos. Chirrut Inwe es uno de los más molones, con Donnie Yen ejecutando coreografías impresionantes, para que lo vamos a negar, pero es el Zatoichi de Star Wars, para que os hagáis una idea.
Con una película de dos horas y diez minutos, aproximadamente, podríamos haber obtenido algo más de información sobre ciertos personajes clave. Saw Gerrera (Forrest Whitaker) sigue quedándose desdibujado tras el visionado y Galen Erso, con ese siempre excepcional Mads Mikkelsen, merecía más minutos en pantalla. El elenco es demasiado extenso y eso hace que la narrativa se resienta ligeramente.

                             

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